
Necesitamos darle un nuevo enfoque a la enseñanza y aprendizaje de la lengua y literatura. Para ello, se requiere dejar atrás la enseñanza tradicional o formal, para poder llegar a desarrollar en los alumnos, una competencia comunicativa real. Ya que, al enseñar la lengua de una manera formal, en donde los alumnos puedan identificar concretamente todos los elementos de una oración, que conozan de manera exacta los conceptos lingüísticos, etc. Esto no quiere decir, que posean habilidades necesarias para poder desarrollar una real competencia comunicativa, que les permita dessenvolverse en la sociedad, que se comuniquen de una forma óptima o que logren crear textos, con el conocimeinto que poseen. Esto queda claramente en evidencia, en lo que señala Lomas: “el conocimeinto formal de la lengua no garantiza por sí sólo el dominio de las habilidades expresivas y comprensivas que hoy se requieren en los diferentes ámbitos de la vida comunicativa de las personas. Por decirlo de otra manera: el conocimiento lingüístico […] es condición necesaria, pero quizá no suficiente, para la mejora del uso expresivo y comprensivo del alumnado y por tanto para la adquisición de la competencia comunicativa” (Lomas, 1999: 137).
En este sentido, necesitamos que los niños logren ciertas destrezas o habilidades para que puedan hacer cosas con el conocimiento que poseen, ya que no les servirá conocer todo lo que respecta al conocimiento formal de la lengua, si no pueden hacer uso de ella. Es así como también lo señala Lomas: “sabe cosas sobre las palabras pero en determinadas situaciones comunicativas no sabe hacer cosas con las palabras. El conocimiento formal de la lengua no le capacita de forma suficiente en el ejercicio de la palabra y en el dominio de las habilidades expresivas […] que hoy se requieren en nuestras sociedades” (Lomas, 1999: 138).

Es así, como queda en evidencia que no sólo hay que enseñar contenidos conceptuales, sino que, lo más importante es enseñar a los alumnos a comunicarse. Por ello, requerimos que el objetivo principal de la enseñanza de la lengua sea desarrollar o mejorar la competencia comunicativa en los niños. Tal como lo señala claramente Lomas: “el objetivo esencial de la educación lingüóstica […] ha de ser que los niños y las niñas consigan el mayor grado posible de dominio en las destrezas esenciales de la lengua: hablar, escuchas, leer, entender y escribir. En concreto, […] han ser capaces de mejorar sus competencias orales, así como aprender a usar la lengua escrita de una manera correcta, coherente y apropiada.” (Lomas, 1999: 146). En definitiva, enseñar a los niños de esta forma, les permitirá desarrollar, adquirir o incrementar ciertas habilidades comunicativas que les serán necesarias para insertarse en sociedad, tener la capacidad de expresar lo que quieren decir y sobre todo poder comunicarse.

Importancia de la literatura
Asimismo, en lo que concierne a la enseñanza de la literatura, necesitamos crear o desarrollar en los niños el gusto por la lectura, que al leer un libro tengan una experiencia de placer y no sólo de obligación, por ello, se hace necesario que la invitación que le demos a los niños a la lectura, sea a partir de la mediación docente, que los profesores le den a conocer a los niños aproximaciones didácticas, como el formato o los fines de los libros, intercambios de lectura, que los niños puedan leer mucho, para que así los profesores puedan percibir qué le ocurre a los niños con el libro, si se rien, si lloran, etc. (Ow, 2008).
Por ello, es esencial que el objetivo central de la enseñanza de la literatura, tal como lo señala Mendoza sea “el de propiciar la adquisición y el desarrollo de la competencia literaria, entendida, claro está, no como una propiedad inmanente a la literalidad del texto, sino como, una actividad discursiva que realiza el sujeto durante la recepción estética” (Mendoza, 2003: 321). Y es así como, la competencia literaria se relaciona directamente con las distintas actividades que tiene que realizar los laumnos, como por ejemplo, desarrollar la comprensión lectora, adquirir hábitos de lectura tener capacidad para el análisis e interpretar textos, contar con la disposición afectiva para disfutar de las obras literarias y por último, con la escritura de textos producidos con intención literaria (Mendoza, 2003).

Sin embargo, estas habilidades sólo se pueden lograr con una metodología didáctica en la que profesores guien y enseñen a los alumnos, no basándose en la historia de la literatura o de forma tradicional, ya que no se podrá lograr que los alumnos demuestren sus capacidades o interés frente a la lectura. Es así como lo deja en evidencia, Meix: “el aprendizaje que se propone es básicamente repetitivo y memorístico, sin que sea posible acceder a un aprendizaje de naturaleza significativa y motivado pedagógicamente” (Mendoza, 2003: 323).
En definitiva, si se lleva a cabo una enseñanza didáctica, en la que los alumnos encuentren hábitos de lectura, que les otorguen importancia al placer que entregan los textos, además de la adquisición de capacidades cognitivas, en las que los alumnos se formulan expectativas, hipótesis, inferencias, operaciones de abstracción, de comparación, de síintesis, de generalización. (Mendoza, 2003) los alumnos sentirán el goce por la lectura y lograrán aprender verdaderamente el mundo de la literatura.
En suma, la enseñanza de la lectura y la escritura son esenciales, ya que como lo señala Ferreiro: “la lectura y la escritura son importantes en la escuela, porque son importantes fuera de ella y no al revés” (Ferreiro, E) en (Ow, 2008).

Selección de lectura
Por otro lado, con respecto a la manera de abordar la literatura, tendríamos que dar la posibilidad a los alumnos de conocer diversidad de géneros, no sólo cuentos, sino que, una variedad de temas, como poesía, cuentos cortos, narraciones sostenidas, libros álbum, etc. Y así mismo en sus distintas variables, como narraciones fantásticas, realistas, históricas, humorísticas, etc. Tratando de no en enfocarse en un solo tipo o forma. (Colomer, 1999)
Asimismo, los criterios de selección que se deberían utilizar son variados, pero principalmente debemos enfocarnos, en tres variables. En primer lugar, debemos poner atención a la calidad del libro, ya que en esta variable podemos encontrar distintos elementos que nos lleven a una buena selección, como por ejemplo el tipo de lenguaje que se utiliza, ya que este definirá como se narrará la historia, si se utilizan diálogos breves, un lenguaje más cercano o adecuado al lector. También, tenemos que fijarnos en el inicio del libro, ya que si el inicio de la narración es interesante y logra captar la atención de los alumnos, se puede incentivar desde el principio la lectura del texto y continuar con el. Otro punto importante es el final, ya que se encuentran distintos tipos de ellos, positivos, negativos, abiertos, en los cuales, los lectores al estar frente a uno u otro tipo, tendrán distintas enseñanzas y percepciones, logrando relacionar, así también, con las expectativas que tenían de cada libro. También se debe considerar el formato (grande, pequeño, horizontal, cuadrado, vertical). Por otra parte, debemos considerar la variable de la adecuación a la competencia del lector, ya que aquí tendremos que verificar la evolución de los propios intereses de los alumnos, ya que como lo señala Colomer: “es necesario tener en cuenta la evolución de la competencia lectora a lo largo de la infancia. Y no sólo para sopesar la longitud del texto […] la coherencia entre todos los elementos que configuran el libro es básica para prever las dificultades de su utilización. Incluso para las expectativas que se crea en el lector” (Colomer, 1999: 183)

Así también, tenemos que considerar la variable de la diversidad de funciones, ya que esta variable considera no sólo a la elección del texto, sino que, pone énfasis en los que van a leer el texto, y para qué lo van a leer. (Colomer, 1999) ya que, evidentemente, todos los alumnos son diferentes y tienen distintos intereses, por eso, es necesario encontrar diversidad de libros, para poder entregar a cada lector un libro determinado o en diferentes momentos que lo necesite. (Colomer, 1999). En definitiva, el aprendizaje de la lectura, tal como, se señala en el texto de Colomer: “debe dar al niño la impresión de que a través de él se abrirán nuevos mundos ante su mente y su imaginación. Y esto no resultaría difícil si enseñáramos a leer de otra manera. Ver cómo un niño pierde la noción del mundo u olvida todas sus preocupaciones cuando lee una historia […] es algo que demuestra con facilidad con que los libros cautivan a los niños pequeños, siempre y cuando se trate de libros apropiados” (Bettelheim y Zelan, 1982) en (Colomer, 1999: 159).

Diversidad de géneros
Por otra parte, necesitamos que los alumnos conozcan y usen diversidad de géneros literarios, para poder aborda distintos temas. En primer lugar, la expresividad tiene potencialidades formativas, ya que se vincula la literatura y potencia la comunicación estética, se desarrolla la interpretación y comunicación de los textos, ya que se usan estrategias de comprensión y producción. También, se desarrolla la expresividad, oralidad y corporalidad infantil. Tiene carácter lúdico, que permite disminuir la tensión por la exposición y por último, se desarrollan competencias de transcodificación, ya que los niños complejizan el lenguaje que es sólo verbal, en la representación utilizando más códigos, como movimientos, gestos, miradas, etc. (Ow, 2008). Por otra parte, los géneros culturales como las leyendas o mitos, permiten a los niños conocer distintas manifestaciones de la cultura o de hechos, y así los niños puedan identificarse, insertarlo socialmente o bien, pueden encontrar respuestas a distintas dudas. (Ow, 2008). También tenemos los distintos relatos que pueden crear el gusto estético de los niños, como los relatos de fantasía, los de ciencia ficción, los maravillosos, el realismo tradicional y el psicorrealismo.
Es de suma importancia que los niños puedan conocer y abrirse a una variedad de temas, ya que esto no sólo le ayudará a tener habilidades lectoras o desarrollar distintos tipos de destrezas, sino que, le ayudarán a desarrollar el gusto por la lectura, podrán definir su gusto estético y podrán integrar la formación de valores que perciban, para poder insertarse en sociedad.

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